Impacto de la enfermedad inflamatoria intestinal
La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) es una patología inflamatoria crónica y compleja con un alto impacto psicológico, personal, social y económico.
Su naturaleza crónica, recidivante y progresiva, con una gama amplia de síntomas digestivos y generales (articulares, cutáneos, etc), condiciona en muchos casos sufrimiento físico y emocional, y en suele suponer una limitación para el desarrollo vital (laboral, afectivo, familiar…) de las personas que la padecen y en general se asocia a un deterioro de la calidad de vida relacionada con la salud. La ausencia de tratamiento, va a condicionar un daño intestinal progresivo con un aumento en la frecuencia y la gravedad de los brotes de actividad inflamatoria, progresión a formas más extensas, secuelas derivadas del daño intestinal que con frecuencia acaban necesitando amputaciones quirúrgicas de segmentos del intestino y aumento del riesgo de cáncer de colon entre otros. El abordaje multidisciplinar cobra sentido en este escenario de enfermedad compleja en el que pueden participar múltiples órganos y sistemas. Los tratamientos disponibles en la actualidad tienen como objetivo evitar la progresión de la enfermedad y las potenciales complicaciones de la actividad crónica mantenida. No obstante, se trata en muchas ocasiones de fármacos que interfieren con el sistema inmunológico y que, prácticamente sin excepción, van a tener que ser empleados de forma crónica y, en ocasiones, asociarse al tratamiento quirúrgico.
La complejidad de la enfermedad inflamatoria intestinal requiere de la atención coordinada de equipos multidisciplinares
En este escenario, no es infrecuente que los pacientes sufran ansiedad y depresión a lo largo del transcurso de su enfermedad por diversos motivos como son la incomprensión, el hecho de que los brotes de actividad pueden ser imprevisibles y el miedo a las complicaciones del tratamiento médico, a las cirugías y a las hospitalizaciones. El impacto social y laboral es particularmente relevante ya que en la mayoría de los pacientes se diagnostica la enfermedad en una fase temprana de la vida, afectando fundamentalmente a adultos jóvenes, durante el desarrollo vital y con plenas expectativas personales y profesionales. Las actividades cotidianas y el desarrollo de la vida laboral normal pueden verse limitadas, contribuyendo todo ello en un detrimento de la vida personal y laboral de los que la padecen.
existe un gran desconocimiento de esta patología por gran parte de la sociedad
Además, existe un gran desconocimiento de esta patología por gran parte de la sociedad que no comprende por ello las implicaciones físicas y emocionales que sufren los pacientes. Por ello, la concienciación social supone un reto importante en esta patología siendo, sin duda, un factor clave para conseguir una mejora de la calidad de vida.
La complejidad de la enfermedad inflamatoria intestinal hace necesaria una atención especializada, integral y coordinada por equipos multidisciplinares formada fundamentalmente por gastroenterólogos, enfermería, cirujanos, reumatólogos, radiólogos, dermatólogos entre otros. Es fundamental que todos estos equipos inviertan todos sus esfuerzos médicos y científicos para tener un abordaje global del paciente, centrando sus objetivos en prevenir y tratar la enfermedad antes de que sus posibles consecuencias negativas aparezcan con el fin de mejorar la calidad de vida de los pacientes.